jueves, 9 de junio de 2011

En realidad había mucha más nostalgia de la que dejaba entrever en sus manos. Se la racionaba de forma que el lunes hubiera una cantidad tan efímera que al llegar al domingo la hubiera olvidado por completo. Tenía la costumbre de hacerlo de este modo, media lágrima hoy y tres cuartos mañana. Así no mojaba la almohada ni se corría el maquillaje.

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